Bandido y yo jamás hemos tenido una buena relación, en primer lugar porque ni siquiera es mi perro. Hace como 13 o 14 años, mi hermano llegó a casa con un cachorro tierno y angelical, con la intención de que éste se quedara en casa y llenara el vacío que había dejado el Golfo (un perro que vivió como 15 años), que había muerto tiempo atrás. Aunque la negativa de mi madre fue, en su momento, férrea e inflexible, terminó por ceder. Todo habría salido de maravilla de no ser porque Bandido tiene un muy mal genio. Yo tenía como 7 años cuando, en una de mis múltiples aventuras que me engendraba mientras jugaba solo, se me ocurrió acariciar al simpático Bandido mientras éste comía su cena. Aquí es necesario aclarar lo siguiente:
1) Nadie me dijo que a los perros no se les molestaba mientras comían.
2) Nadie me dijo que a los perros corajudos no se les molestaba mientras comían.
Total, desde ese momento, el Bandido y yo no podemos mirarnos si no es con cierto resentimiento. A pesar de eso, y con el paso del tiempo, el Bandido fue adquiriendo un aparente buen carácter, y ladraba solamente cuando alguien desconocido se asomaba a verlo o cuando tenía hambre, generalmente a partir de las ocho de la noche. Sus ladridos se calman con un gesto simple: tomar una cubeta (o balde) vacía y hacer un ademán como el que se hace cuando se arroja agua. El Bandido tiene un miedo inconmensurable al agua, puesto que nunca en su perruna vida ha tomado un baño. La lluvia no cuenta.
Bien, hasta este momento, Bandido había llevado una vida senil con suma tranquilidad. Es entonces cuando entra en escena Canica, una simpática Chow Chow pelirroja, que es también de mi hermano* y que es orgullosamente tapatía. Es fácil tomarle cariño a Canica puesto que es muy amigable, y posee un miedo inexplicable a las sombras de la gente. También es bastante entretenido jugar con ella a la pelota, puesto que se emociona demasiado y comienza a dar vueltas por el patio sin detenerse. La última vez conté 17 vueltas. Cuando uno sale al patio se encuentra con que Canica no se le quitará de encima para nada. Y cuando digo "encima" lo estoy diciendo enserio. Pero es difícil enojarse con Canica. Muy, muy difícil. Bien, repito, hasta este momento todo está bien. Sin embargo, tomemos algo en cuenta. Bandido es macho, Canica es hembra, conviven en el mismo patio...
Bien, Bandido siempre ha vivido confinado a un pequeño sector del patio que está detras de un cancel. Ha vivido allí durante aprox. 14 años, soportando fríos, tormentas y calores extremos. Cuando se tira el agua del aljibe, siempre, siempre caerá sobre Bandido. Cuando la gente pasa al lado de su puerta, Bandido se ve en la penosa necesidad de ladrar hasta desfallecer. Una vida dura, que Bandido ha sabido llevar con eficiencia. Pues bien, como ya mencioné, Canica corre libremente por todo el patio. Libre, sin ataduras. Puede hacer uso de las áreas verdes, puede entrar al cuarto de lavado, puede tirarse al sol, junto a la pared... Pero lo chistoso de esto es que Canica prefiere hacer sufrir al pobre perro viejo.
Desde que Canica llegó, al pobre Bandido se le ha ido el tiempo ladrando hasta el punto de chillar. Llora simplemente por ver a Canica corriendo por allí, con toda su peluda presencia. ¿Quien de ustedes no lloraría al ver a una persona del sexo opuesto, desnuda, joven, corriendo frente a ustedes día tras día, sin poder tocarla siquiera? Uno de los pasatiempos preferidos de Canica es ponerse de espaldas a Bandido y quedarse así unos minutos. Luego se pone frente a él y simplemente lo observa, mientras el pobre viejo se deshace con lloriqueos. Es una escena conmovedora. Los ladridos de Bandido están llenos de desesperación y lujuria, y Canica simplemente lo ve...
*Mi hermano ha traído dos perros a casa, venciendo el "No" rotundo de parte de mi madre. Así también entró Manchas, otra perrita que vive en la cochera, mi hámster y mis tres tortugas. También tuve una rana. Mi papá cuidó de un lagartijo moribundo durante algunos días, a pesar de que mi madre le advirtió que sacara prontamente a ese animal de la casa. Qué te puedo decir, mi granja de cochinillas, un escarabajo, 2 lagartijas, 4 caracoles, un pececito...
1) Nadie me dijo que a los perros no se les molestaba mientras comían.
2) Nadie me dijo que a los perros corajudos no se les molestaba mientras comían.
Total, desde ese momento, el Bandido y yo no podemos mirarnos si no es con cierto resentimiento. A pesar de eso, y con el paso del tiempo, el Bandido fue adquiriendo un aparente buen carácter, y ladraba solamente cuando alguien desconocido se asomaba a verlo o cuando tenía hambre, generalmente a partir de las ocho de la noche. Sus ladridos se calman con un gesto simple: tomar una cubeta (o balde) vacía y hacer un ademán como el que se hace cuando se arroja agua. El Bandido tiene un miedo inconmensurable al agua, puesto que nunca en su perruna vida ha tomado un baño. La lluvia no cuenta.
Bien, hasta este momento, Bandido había llevado una vida senil con suma tranquilidad. Es entonces cuando entra en escena Canica, una simpática Chow Chow pelirroja, que es también de mi hermano* y que es orgullosamente tapatía. Es fácil tomarle cariño a Canica puesto que es muy amigable, y posee un miedo inexplicable a las sombras de la gente. También es bastante entretenido jugar con ella a la pelota, puesto que se emociona demasiado y comienza a dar vueltas por el patio sin detenerse. La última vez conté 17 vueltas. Cuando uno sale al patio se encuentra con que Canica no se le quitará de encima para nada. Y cuando digo "encima" lo estoy diciendo enserio. Pero es difícil enojarse con Canica. Muy, muy difícil. Bien, repito, hasta este momento todo está bien. Sin embargo, tomemos algo en cuenta. Bandido es macho, Canica es hembra, conviven en el mismo patio...
Bien, Bandido siempre ha vivido confinado a un pequeño sector del patio que está detras de un cancel. Ha vivido allí durante aprox. 14 años, soportando fríos, tormentas y calores extremos. Cuando se tira el agua del aljibe, siempre, siempre caerá sobre Bandido. Cuando la gente pasa al lado de su puerta, Bandido se ve en la penosa necesidad de ladrar hasta desfallecer. Una vida dura, que Bandido ha sabido llevar con eficiencia. Pues bien, como ya mencioné, Canica corre libremente por todo el patio. Libre, sin ataduras. Puede hacer uso de las áreas verdes, puede entrar al cuarto de lavado, puede tirarse al sol, junto a la pared... Pero lo chistoso de esto es que Canica prefiere hacer sufrir al pobre perro viejo.
Desde que Canica llegó, al pobre Bandido se le ha ido el tiempo ladrando hasta el punto de chillar. Llora simplemente por ver a Canica corriendo por allí, con toda su peluda presencia. ¿Quien de ustedes no lloraría al ver a una persona del sexo opuesto, desnuda, joven, corriendo frente a ustedes día tras día, sin poder tocarla siquiera? Uno de los pasatiempos preferidos de Canica es ponerse de espaldas a Bandido y quedarse así unos minutos. Luego se pone frente a él y simplemente lo observa, mientras el pobre viejo se deshace con lloriqueos. Es una escena conmovedora. Los ladridos de Bandido están llenos de desesperación y lujuria, y Canica simplemente lo ve...
*Mi hermano ha traído dos perros a casa, venciendo el "No" rotundo de parte de mi madre. Así también entró Manchas, otra perrita que vive en la cochera, mi hámster y mis tres tortugas. También tuve una rana. Mi papá cuidó de un lagartijo moribundo durante algunos días, a pesar de que mi madre le advirtió que sacara prontamente a ese animal de la casa. Qué te puedo decir, mi granja de cochinillas, un escarabajo, 2 lagartijas, 4 caracoles, un pececito...