Yo aprendí a manejar en un vochito rojo, en el cual me iba a practicar a las, en aquel entonces, nuevas colonias de Lagos en construcción, a donde nos llevaba mi tío Peri a mi hermana y a mi.
El tío Peri era el maestro oficial de manejo de la familia, mis hermanos y la mayoría de mis primos aprendimos a manejar con sus clases, en realidad sus clases no eran excepcionales, su gran virtud era tener mucha paciencia y serenidad, lo que generaba la confianza en ti y te ayudaba a perder el miedo a que el carro se te apagara en cualquier momento. Con el plus de que si el tío Peri te daba el visto bueno, tu papá tendría la confianza de prestarte el carro sin supervision alguna.
Lo más curioso del asunto es que en realidad el tio Peri no es un ejemplo de prudencia al volante, si bien si sabe manejar muy bien, sus prácticas de manejo son un tanto bruscas y atravancadas.
Recuerdo infinidad de veces que por alguna razón me tocaba viajar con mis tíos, ya fuese que lleváramos a mi abuelo al rancho, a la huerta, o simplemente de paseo, siempre en el camino escuchaba decir más de una vez a mi tía Pita, su esposa, la frase que en mi niñez me parecía incomprendible, pero que identificaba perfectamente como una señal de cuidado.
Siempre que un peatón salvaba de ser arrollado por mi tio o un "bruto cabezon" se nos atravesaba en su camioneton o un nuevo bache aparecia en nuestro camino, mi tía Pita enjundiosamente decía: Jesucristo Aplacatuila!
Durante años supuse que Aplacatuila era un lugar o un pasaje de la biblia en el que Jesús habia librado algún peligro y había salido milagrosamente ileso de éste.
Así que felízmente repetía la frase habiendome convencido de que su significado era ése y era idónea para ser usada siempre en momentos de peligro.
Tiempo después, supongo que por los años ganados en edad, mi tía Pita fue perdiendo velocidad y enjúndia al pronunciar su famosa frase, hasta que llegó el día en que, acompañando a mis tíos a una comida en el rancho, un conejo se nos atravesó rápidamente obligando a mi tío a volantear para evitar pasarle por encima, movimiento que ameritó, casi automáticamente, la reacción pronta, pero no veloz ni enjundiosa, de mi tía, a quien, en aquella ocasión, claramente escuché decir: Jesucristo aplaca tu ira!
Sin embargo, muy adentro de mi, sigo pensando que Aplacatuila es un lugar o un pasaje bíblico que la historia no nos ha contado aún.
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